Para saber si un niño está bien nutrido, los pediatras utilizan como orientación los percentiles que son patrones de crecimiento infantil generales que les sirven de comparativa estadística para evaluar las medidas y pesos medios de la población infantil. Cuando un bebé nace, parte de un peso y una talla concreta, de un percentil determinado, y su correcto desarrollo irá en consonancia con que la curva de crecimiento se mantenga o ascienda a un ritmo constante, no descienda.
Aunque sea un placer para los ojos ver a un bebé con mofletes y roscas, tenemos que borrarlo de nuestra cabeza como ideal de salud. El que un bebé sea más pequeñito o más delgadito, no significa que tenga una alimentación o crecimiento deficientes. Lo primero a tener en cuenta entonces es que cada niño parte de una diferencia individual, que en principio no tienen relación con falta de salud o mala nutrición. Al igual que unos niños son más pequeños que otros, existen niños que tienen más apetito que otros.
Es muy normal que a partir de los dos años, pueda producirse una desaceleración en la necesidad de alimento, que sumado a una mayor actividad física, torne la figura regordeta del bebé a otra más estilizada. El que insistas en que el bebé coma más de lo que necesita, puede ser contraproducente, puede generarle tensión a la hora de la comida y aversión a los alimentos.
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